Y con la llegada de la primavera..

 

Después de la poda en seco y el reposo invernal, el “lloro” es la primera manifestación de actividad de la vid. Pero, ¿qué es el «lloro»?

 

La palabra lo dice, la planta llora, pero ¿por qué llora?, y sobre todo, ¿por dónde llora?

 

Este ‘fenómeno’ empieza cuando el calor comienza a hacerse notar -realmente se inicia cuando la temperatura del suelo alcanza los 10ºC aproximadamente- y la savia se pone en movimiento. Esto acontece con la llegada de la primavera y cuando el llamado índice bio-climático (una fórmula que mezcla número de horas de sol y de luz con el grado de humedad y de temperatura) alcanza los valores propios de la vitis vinífera, comenzando su despertar biológico de la planta.

 

¿Por dónde llora la vid? Cuando las raíces comienzan a absorber humedad y la savia recorre el tallo y los brazos, al llegar a los sarmientos, que se encuentran ‘mutilados’ por el efecto de la poda invernal, esa savia gotea hasta que la herida se ‘cicatriza’. La cantidad derramada puede llegar hasta los cinco litros por cepa y es más rico en compuestos orgánicos que en minerales, lo que prueba la movilización de las reservas de la planta.

BJL cepa y agua

 

En general, este ‘lloro’ no debilita a las cepas, salvo en casos excepcionales, como el ‘lloro’ muy continuado y abundante en caso de repodas, que pueden ocasionar el aumento de la sensibilidad a las heladas primaverales de las yemas. En inviernos secos este fenómeno es escaso y en casos extremos pasa inadvertido pues el ‘lloro’ es mínimo; sin embargo en terrenos salinos no se produce más aunque la humedad sea abundante.

 

Los ‘lloros’ cesan al recubrirse los cortes de la poda con unas sustancias gomosas producidas por unas bacterias que viven sobre el derrame y en las sales disueltas en el ‘lloro’ cuando se evapora, obturando de este modo los vasos leñosos.

 

Una vez terminado el “lloro”, el ciclo vegetativo de la vid dará comienzo con las yemas de la planta comenzando a despertarse, pasando de las yemas dormidas al estado algodonoso.

 

Efectivamente: es el lloro de la vid. El inicio del baile. El despertar de un nuevo ciclo que culminará allá por octubre.

 

 

 

Jose Carlos Alvárez. Enólogo Bodegas Julio Crespo

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